1.Las Variantes
Sobre la cuestión de las variantes es preciso diferenciar el chisme de la experiencia, si se parte de considerar que el lugar princeps de la transmisión del psicoanálisis es el análisis del analista. Seguro que cada cual tendrá noticia de lo que acontece en otro análisis y con otra singularidad, pero de esto tendrá que hacerse teoría más que chisme sabiendo además que el problema está planteado desde el origen. Esta cuestión es la que finaliza el escrito de J.Lacan “Variantes de la cura-tipo”, escrito por otra parte que es referencia obligada para el debate a producir en nuestra próxima reunión de Convergencia.
S.Freud nos lega en “Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico” que la técnica por él adquirida se demuestra como la única adecuada a su persona, siendo posible por lo tanto, diferentes posiciones respecto del problema a resolver en la praxis. Y si la “docta ignorancia” es el subrayado que J.Lacan plantea como sostén para encontrar la medida de la afirmación de la verdad, allí se aprecia cómo diferentes posiciones son posibles en tanto resalten este común denominador del no-saber.
“El fruto positivo de la revelación de la ignorancia es el no-saber”: esta es la frase de la cual se desprende el título que he elegido para la oportunidad. Preciso es recordar que la ignorancia en cuestión no debe entenderse como una ausencia de saber sino como una pasión de ser. Esa pasión no implica la negación del saber porque un no anteceda. La negación Freudiana es juicio de atribución por la que el sujeto establece esa primer dialéctica aún no perimida entre la behajung y la ausstossung y por la cual el analista lleva la cuestión de su ser a la negación por el lugar princeps que ocupa su palabra.
El no-saber y la ignorancia consecuente se ligan como primordiales en la historia del psicoanálisis, en las consecuencias devenidas por su praxis y por lo tanto en la concepción del sujeto ligado a una historia moderna por el lazo social distinto que el que padecía Dora, el Hombre de las Ratas y más aún el “Hombre de los Sesos Frescos”.
2.El masoquismo.
El problema del masoquismo, como el punto esencial que liga fantasma a pulsión, es el fundamento que lleva a S.Freud a sostener que la neurosis es el negativo de la perversión. En el interior del campo del fantasma de la neurosis anida el masoquismo, como demanda de deseo prevenido, insatisfecho o imposible, vale decir en todos los casos: deseo negado.
El atravesamiento del fantasma vía dirección de la cura por la interpretación del deseo, apunta a la eliminación de este campo de acción masoquista. ¿Pero si hasta allí llegamos, en su reemplazo qué? : he ahí la cuestión de lo incurable.
Entre significante y verdad se juega lo incurable para un analizante que deviene analista, es decir entre acto y relación sexual. Porque el significante es el fundamento del acto analítico y porque es verdad que hay relación sexual aunque la negación se anticipe. Decir que no hay relación sexual es lo mismo que decir que sin relación a la negación como estructura no es posible ningún rango de verdad.
Esto incurable es en principio anideico por ser un obstáculo a la comprensión. No se puede comprender cómo lo que resulta del significante y que determina el acto analítico, puede encontrar una relación con el cuerpo que es sostén de la verdad, porque no hay verdad sin un cuerpo que sostenga.
En toda dirección de la cura se puede localizar un acto. Pero ese acto generado en transferencia exige que no haya relación sexual. En algun lugar y para siempre esto significa que ha caducado algo de lo sexual que nos habita y que antes hacía de las suyas. No se trata de repetir hasta el cansancio que no hay relación sexual como argumento primordial porque hacerlo es condenarse a una formula inimputable. Lo sexual que nos habita y que nos liga a la perversión en negativo a los neuróticos es el problema central del masoquismo. Lo que se pierde de relación sexual en el transcurso de un análisis es la relación al masoquismo, razón por la cual al fin hay un encuentro con este problema del agujero que este masoquismo deja.
Decir qué sucede despues de este encuentro es plantear una disyuntiva tal cual aparece en el Seminario “L’insu”. Que no haya relación sexual quiere decir en otros terminos, que en el discurso el ser hablante no tiene más que su elección en una díada: aquello que J.Lacan nos legara como “locura o debilidad mental”. Vale decir que el problema es el imaginario en el cual se asienta este agujero del inconsciente, resultante de la encarnadura del objeto a.
De la locura no cabe hacer sino un elogio a la manera de Erasmo: hay el sujeto que puede creerse amparado en la excepción pagando el precio de hacer de la verdad certeza y hacer del discurso del amo discurso globalizante. De la debilidad mental no resta sino una crítica: que la tenemos todos, como J.Lacan insistiera en el Seminario “El sinthoma”, en tanto el significante y su campo cobran existencia en un sujeto por el efecto de sentido imaginario que nos incluye por adorar un cuerpo.
Lo incurable resultante de la dirección de la cura reestablece el enigma entre uno y otra es decir entre significante y verdad ó entre una y otra es decir entre locura y debilidad mental.
En el Seminario “De otro al Otro”, en la clase del 4/5/69, es decir despues del seminario del fantasma J.Lacan continúa con el mismo problema del masoquismo. Allí dice que hay una incurable verdad: si hay acto, no hay relación sexual y allí se diferencia un analista de un masoquista. El analista no es el amo del juego como si lo es el masoquista. No ser el amo del juego, sino que el amo sea la letra, hace que se pueda soportar como encarnadura el llamado objeto a.
El colapso del masoquismo producido en un análisis como consecuencia del atravesamiento del fantasma, determina un “fruto positivo” en tanto revela la letra incurable “que se diga”, de la cual el analista quedará cautivo. La referencia es la clase del 19/2/74, Seminario “Los Nombres del Padre”, lugar donde J.Lacan se refiere a este colapso y donde se aprecia que el fruto positivo de su “incurable” es la topología y la teoría ligada al nudo borromeo.
3.La letra.
La lectura de “Lituraterre”, del Seminario 18 de J.Lacan, me enseñó que es en el saber en fracaso donde el psicoanálisis se muestra mejor. Un saber en fracaso que es inevitable como paso previo al encuentro de todo sujeto con la letra en una suerte de matrimonio, para ocultar una falla inherente a la letra por existir de manera colapsante. No es posible el saber en fracaso sin esta cuestión previa del fracaso del masoquismo. Esta cuestión deviene en el concepto de colapso de la letra.
Como todos uds. recuerdan, J.Lacan hace una lectura de su experiencia subjetiva en oportunidad de su viaje postergado a Japón, nominandolo imposible como expresión de lo real. ¿De qué se trata, cuando nos refiere lo imposible para la letra en el que el psicoanalista cree. Como paradigma de la letra, pienso por mi parte, el psicoanalista cree en el objeto a.
Podría decir que la observación de J.Lacan establece un nexo entre la ideología y la letra. La “guerra fría”, es el marco de referencia para hacer constar un colapso de la letra, desde su origen como muerta hasta su extremo de goce en un matrimonio. La hipótesis que propongo implica considerar que la ideología se construye por lo tanto en el colapso de la letra, colapso que encuentra un freno en el viaje que bordea sus extremos. Si la ideología pudiera ser considerada en forma abstracta, podría decirse que su defensa es la defensa de una letra defendida a muerte por lo inaceptable de su colapso, donde la aceptación de otra letra es por ser la del contrincante.
Pero si no existe una adecuada función de la letra como colapso, la ideología que surgiría como resultado, deja de existir. Se debe encontrar un borde en el objeto a, como pulsación de un lugar a otro, como paradigma de lo que debería suceder con la letra.
El tour de la pulsión define, por la pulsación entre el extremo de letra que como muerta rehuye de la luz y su oponente de supuesto goce indisoluble, el objeto a como letra que cae: creo que será distinta la transmisión del psicoanálisis si se acepta que el objeto a, es una creación sobre lo imposible ideológico de lo real.
4.El campo del discurso.
Para seguir avanzando, voy a hacer referencia al capítulo 3 del Seminario “Encore”, porque se encuentra alli una frase de excepción: “la letra es efecto del discurso”. No se podría afirmar con la letra. Con la letra no basta para poder efectuar la determinación de un lugar porque la letra es pura caída. Aquí J.Lacan define el problema planteando que es insuficiente escribir con la letra A, el campo definido como Otro. Por eso la escritura del significante del Otro barrado lleva más de una letra. El lugar está definido por el discurso pero no por la letra.
Si el significante no se refiere a otra cosa que no sea un discurso, hay algo abusivo si definimos un lugar con la letra, porque por ser efecto de un desplazamiento, de un movimiento, de un viaje, la letra no puede sostenerse sino caducando.
Se necesita más de una letra, al parecer al menos cuatro para dar sentido. Además del plus de gozar es preciso referir la letra al saber, a la verdad y al semejante. Con la existencia de solo un plus de gozar no se sustenta un lugar y el rechazo de lo simbólico, vale decir de la castración, determinado por el rechazo de la oposición saber y verdad- apariencia, termina por forcluir las cosas del amor.
Se puede signar un significante con una letra, por ejemplo S1, siempre y cuando no se pretenda definir un lugar. Si el discurso es efecto del significante, en el discurso la letra puede signar un significante sin por eso especificar un lugar. Con la letra como variable múltiple por su contingencia la circulación es pulsión.
Sin este recorrido pulsional el lapsus comanda una suerte de errancia eterna en la nave de los locos que navega a la deriva. Se cree en el inicio que si el lapsus comanda, uno iría por la vida sin rumbo en un sentido u otro, cuando en verdad la necesidad de al menos cuatro letras define el lapsus en función de esta múltiple referencia del saber, la verdad, el agente y el semejante. El lapsus detiene en un instante lo que circula en la escisión del sujeto. Detiene que es inaceptable en el enunciado de todo sujeto una suerte de colapso para la letra.
La letra cae. Por lo tanto decir “Lituraterre” es aceptar una caida. La causa es la letra. Ubicar la letra como causa no es lo mismo que aceptar la causa de la letra. Si la letra es causa se acepta una caída para la letra que sustentó el saber. El sujeto establece una relación al goce que es contingente. La causa de la letra puede tener efectos nefastos porque determinaría una rigidez absoluta para definir un campo.
No se trata de definir por taxonomía. Definir la letra como causa o decir la causa de la letra tan solo es intentar mostrar sentidos opuestos. Una cosa es el colapso de la letra que cae y otra una letra que basta para definir un campo.
5.El sinthoma.
El resultado del colapso del masoquismo plantea a su vez una cuestión interminable, dado que su colapso es producto de otro colapso el de la letra. Si el analista se convierte en incurable de esta verdad, la consecuencia será que el lazo social que establezca no podrá defender una letra a muerte en cuanto a las variantes de la cura. Sólo adquiere un último sentido la ignorancia que lo sostiene en su no-saber.
Se lee el sinthoma. El analista no podrá adentrarse en el no-saber si no reconoce en su saber el síntoma de su ignorancia. Para cada analista entonces ese sintoma puede rastrearse en el sinthoma del Seminario 23. Que el analista haga síntoma con la ignorancia no es cualquier retorno de lo reprimido. Es una metáfora muy particular que acepta el alcance limitado del S1 dado que es necesario también aceptar su colapso.
Si el inconsciente es responsable de la reducción del síntoma, allí reposa el encuentro con el sinthoma particular que sostiene la ignorancia del no-saber. Esa reducción es el plus de goce del S1, reducción que en el campo de la extensión del psicoanálisis implica entre otras cosas, la aceptación del colapso de un discurso amo convertido en discurso capitalista cada vez por la globalización del mercado. El sinthoma reposa en la ignorancia que cada gramática determina en la historia del sujeto no cualquiera imbricado en las vivencias de su cultura.
¿Es esto posible? ¿O que siempre quede un resto que liga el goce sexual a la muerte hace imposible para algunos, desprenderse del síntoma que tiende hacia lo universal de no reconocer fronteras?. Mientras tanto se puede aceptar que hay variantes de la cura porque esto es inevitable. Pero siempre y cuando el análisis lleve al analista a constituir un sínthoma no cualquiera con la ignorancia del no-saber.
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